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BLACK MIRROR 1x00 Pilot



Esta mañana me desperté con una cara terrible de sueño, tan desfigurado estaba que el sistema de bloqueo facial de mi móvil no me reconocía. “No se detecta ningún rostro, utilice el sensor táctil”. La verdad es que entendí el por qué cuando me miré al espejo, no había dormido bien y tenía más ojeras que el indio del Badulake de Los Simpsons.
Llevamos dos días sin calefacción  en el bloque y el frío por la noche es importante en Granada. Anoche me metí en la cama con guantes y dormí con mi gato en las piernas y una bolsa de agua caliente en la espalda. Por eso esta mañana me ha sentado fatal que el móvil no reconociera mi cara, porque tenía que sacar el brazo del edredón, quitarme los guantes…todo lo contrario a lo que esperaba. Yo quería  mirar la hora a la que tenía que ir al médico por si podría quedarme un rato más en la cama. Pensaba activar el móvil con el rostro y preguntarle con mi voz al “ok google” a qué hora tengo el médico hoy. Pero no, al sacar el brazo y quitarme los guantes ya me despabilé después de comprobar –para colmo- que me podía haber quedado media hora más en la cama.
 Qué importantes se han convertido los aparatos digitales para nosotros, casi tanto como las personas. Porque lo que ha ocurrido esta mañana implica una relación dinámica entre mi móvil y yo en la que yo he acabado doblemente frustrado. Las máquinas nos cambian las conductas,  nos van creando patrones de comportamiento, nos transmiten emociones, nos ayudan y en ocasiones nos calman entre otras muchas cosas. Pero de lo que no cabe duda es que cada vez son más significativas. 
Estaba desayunando con compañeros de trabajo y una residente de psiquiatría le preguntó a un pediatra ¿A qué edad es conveniente dar el móvil a los niños? Y contestó: ¿A qué edad considero que hay que dárselo yo o  a qué edad se los proporcionan los padres? Porque los padres de mis pacientes se los dan desde el nacimiento –exageró-; yo  a mis hijos  se los dejé a los 9 años o así.  Precisó en su respuesta.
No acababa de terminar de hablar el pediatra cuando mi padre me manda un  mensaje de texto por whatssap – tan sólo hace dos años era un abanderado contra esta aplicación-  en el que me explicaba que se está acostumbrando a manejar el móvil con la mano izquierda porque se ha dado cuenta que si ejercita los dedos tecleando le duele menos a la larga por motivo de la artrosis. Mi padre es ambidiestro, puede hacer casi todo con las dos manos aunque tienen sus preferencias.  En el cerebro adulto los nuevos hábitos van creando conexiones diferentes en las sinapsis neuronales, pero… ¿Qué ocurre en el cerebro de un niño, un cerebro que está en pleno desarrollo cuando recibe esta gratificante estimulación desde el principio? ¿Cómo manejarán las futuras generaciones el poder estar solo, el esperar, el vacío, la ansiedad…?

CONITNUARÁ

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